De nuevo San Valentín y un año más multitud de campañas publicitarias nos recuerdan el AMOR. Con mayúsculas, sí.

Parece que si estás enamorado o enamorada debes ofrecer pruebas de amor a la pareja. Pruebas que, a menudo, deben ser materiales, caras y ostentosas. Da la sensación de que gastar más es querer más, porque “entre tú y yo, un diamante es para siempre”. Además, como ya sabemos, el amor lo puede todo y qué mejor que regalar un presente que subsane los errores del resto del año y nos haga sentir especiales.

 

Desde la Psicología sabemos que el halago es un arma de doble filo: sirve para reforzar, sirve para chantajear, e incluso para castigar; construyendo universos de dominio y dependencia. En nuestra vida profesional a menudo nos encontramos con situaciones en las que este tipo de creencias románticas sustentan un sistema de relaciones de poder y desigualdad. Sistema de relaciones que, en definitiva, es violencia camuflada de amor.

No nos equivoquemos: el amor mola y por eso tenemos que defenderlo construyendo relaciones saludables e igualitarias.

 

Grupo de Igualdad y Género
Colegio Profesional de Psicología de Aragón